Según ha publicado la cuenta “Argentina en
datos”, citando como fuente a “World of statistics”, en Argentina solo el 19%
de los jóvenes de entre 25 y 34 años han terminado los estudios superiores.
En estos últimos días comenzó a circular un
ranking con el porcentaje de jóvenes de entre 25 y 34 años que tienen completos
los estudios superiores, en el que argentina se encuentra 50 puntos por debajo
de Corea del Sur, país que se muestra en el podio. Además, nuestro país se
ubica por detrás de Chile, Colombia, Costa Rica, México y Brasil.
Hace tres años me pronuncio en desacuerdo con
las políticas educativas adoptadas por el gobierno nacional y por el de la
provincia de Santa Fe, sobre todo en lo que se decidió en el contexto de
pandemia. Hemos analizado los resultados de las Pruebas Aprender de los niveles
primario y secundario que demuestran que las escuelas no debieron estar
cerradas durante tanto tiempo, y que esa gestión perjudicó los aprendizajes de
nuestros estudiantes.
Ahora bien, medir los resultados en el nivel
superior es más difícil, pero comparar los porcentajes de egresados, no.
En el año 2021, el 24% de los jóvenes de entre 25 y 34 años habían completado sus estudios superiores, los datos actuales muestran que hubo una caída del 5%.
Hace dos años atrás, nuestro país superaba a Colombia, Brasil y México, es claro que lo que está sucediendo se enlaza directamente con factores locales y no regionales, como muchas veces nos quieren hacer creer.
Los estudiantes universitarios y terciarios no cursaron presencialmente en todo el 2020 y en 2021 la presencialidad fue optativa desde agosto. Estos jóvenes podían presentarse a trabajar y encontrarse en bares o clubes, pero no pudieron cursar casi 2 años de manera presencial.
Es fácil encontrar universitarios que lamentan
tener que estar cursando materias a destiempo porque en la modalidad virtual se
complicó el cursado y el sostenimiento de los hábitos de estudio, solo basta con acercarse a la puerta de cualquier facultad y consultarles.
Tampoco se puede desestimar la gran crisis
económica que atraviesa nuestro país, la cual empuja a muchos jóvenes a la búsqueda
de incrementar los ingresos familiares, forzándolos a dejar los estudios.
No me canso de decir que durante la escolaridad obligatoria lo único que hemos logrado estos años es enseñar que los hábitos, la exigencia y el esfuerzo no sirven, y que los funcionarios de turno se han encargado de vaciar de contenido y de sentido el ir a la escuela a aprender. Los niños, adolescentes y jóvenes parecen no importarles, menos un futuro de nación pujante.
Se vienen tiempos de cambios, que seguramente
traerán más dificultades y resistencias, pero que pueden significar el comienzo
de la recuperación de la calidad educativa que supimos tener. Hay que volver a
la base de la cadena y comenzar a unir los eslabones: mejores docentes, mejores
políticas educativas, mejores aprendizajes, mejores estudiantes universitarios,
más profesionales para una Argentina que quiere volver a ser el faro de América
Latina.
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