“La violencia en la red es extensión nada
virtual del sentido violento que la vida ha impuesto, el orden monetario y el
altar crematístico en el que estamos siendo inmolados” (Solarte Lindo, 2002).
La virtualidad como utopía de una comunidad libre, está empezando a verse
sometida a control, supervisión o gestión, no tanto por razones éticas sino
económicas, promoviendo una nueva forma de violencia simbólica en red
(Hernández Prados – Solano, 2007).
Si pasa en las redes pasa en la realidad.
No podemos suponer que, por ser ámbitos de la virtualidad, el daño es menor.
Por el contrario, la viralización del hecho implica, también, la vulneración
del derecho a la privacidad. Se puede decir, entonces, que en el ciberbullying
existe una revictimización constante. El ultraje que sufre quien es agredido es
más lastimoso, muchas veces, que la agresión física.
Es cierto que como docentes no podemos,
además de nuestras tareas y del compromiso con los valores y la convivencia
sana, abordar las relaciones virtuales y las formas de manejarse en las redes
de cada estudiante. También es cierto que para esta acción necesitamos familias
involucradas. Pero siempre hay cosas para hacer. Estar atentos a comentarios que
nuestros alumnos nos puedan hacer sobre publicaciones o hechos que hayan
sucedido; dialogar con ellos sobre la seguridad informática, los riesgos a los
que se exponen siendo menores y el daño de acosar a alguien, aun cuando la
intención no es tal.
No debemos olvidar que nuestros
estudiantes son seres en formación y que el desarrollo del pensamiento crítico
es continuo a lo largo de la escolaridad. Muchas veces estas situaciones de
acoso y exposición virtual no serán decisiones tomadas deliberadamente, por
ello es tan importante el diálogo constante, haciendo hincapié en el respeto y
la empatía.
Actividades de cambio de roles o dilemas
morales son indicadas para trabajar ante situaciones como estas.
Resumiendo…
Las situaciones de violencia y/o
discriminación mencionadas con anterioridad pueden haber sido realizadas por
miembros de la comunidad educativa en los siguientes espacios o medios:
El
edificio escolar o cualquier espacio extraescolar que sea utilizado por la
institución.
Fuera
del edificio escolar o de los espacios utilizados por la institución, siempre
que los niños/as o adolescentes involucrados en la situación sean miembros de
la comunidad educativa.
A
través de comunicaciones electrónicas, telecomunicaciones o cualquier
tecnología de transmisión de datos, siempre que los involucrados sean miembros
de la comunidad educativa.
Por eso hablamos de entornos escolares.
Del libro "De la mano", V. Valenzisi 2022
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