Formalismo, organización y acompañamiento: los tres elementos básicos para el funcionamiento educativo en los que cree el equipo de Pullaro
Cuatro
semanas atrás, asumían en su cargo el Gobernador Maximiliano Pullaro y sus
Ministros. Hace cuatro semanas dejábamos atrás la gestión de “la paz y el orden”,
que no trajo ni paz, ni orden, ni avances, por ejemplo, en materia de
producción y empleo, y que terminó de establecer el fraude de la educación obligatoria.
Hace
poquito menos de un mes empezamos a transitar lo que promete ser el gobierno
del cambio. No podemos hacer futurología, ni mucho menos hablar del “fenómeno
Pullaro”, pero en estas cuatro semanas hemos sido testigos de grandes anuncios
que, a diferencia de lo que estamos acostumbrados, no fueron vacíos.
Y
entre esos cambios aparecieron casi prioritarios, fiel a las promesas de
campaña, los referidos a la educación. Fue de público conocimiento, incluso
noticia a nivel nacional, que el primer día hábil el Gobernador junto al
Ministro de Educación, José Goity, firmaron el Decreto Provincial n° 0017/2023
en el que no solo “elimina la no
repitencia”, reestableciendo la vigencia de los Decretos provinciales que
nos rigen legítimamente, sino que, además, revoca
la autorización que el ex Gobernador Omar Perotti había otorgado al Ministerio
de Educación afín de que a través de sus Resoluciones se gestionen los cambios
necesarios en el sistema educativo provincial.
Es
necesario, ante este escenario, aclarar un poco la cuestión normativa. Santa Fe
no tiene Ley de Educación Provincial, por lo tanto, nuestro marco legal se
conforma, en primera instancia, por la Ley de Educación Nacional n°
26.206/2006, y por Decretos Provinciales vigentes, unos en su totalidad y otros
con algunos artículos derogados. Los Decretos más actuales son del año 2009 y
establecen el funcionamiento de la educación inicial, primaria y secundaria,
específicamente el sistema de aprobación, régimen de asistencia y marco de
convivencia escolar. Las Resoluciones Ministeriales son normas inferiores a los
decretos provinciales firmados por el Gobernador, y en ningún caso pueden
derogar uno o varios decretos, como se hizo de manera ilegítima (en la
práctica) durante la gestión de Cantero-Debloc.
Aclarado
el punto anterior, debemos entender que este primer acto de Pullaro y Goity
viene a reivindicar el valor de la educación, desde lo simbólico y lo formal.
El sistema educativo necesita reglas claras y
duraderas, y no cambios vertiginosos y arbitrarios como los que
tuvimos que vivir durante los últimos cuatro años en los que se nos entregaba
el calendario escolar (el diseño y la organización anual del Ministerio) en el
mes de abril, como pasó en 2023; o los cambios en evaluación que se notificaban
primero en los medios y después a los agentes del sistema. Formalismo, organización y acompañamiento, son tres elementos básicos
indispensables para que las escuelas funcionen. Y este nuevo equipo parece
saberlo. Tal es así que antes de que termine diciembre se nos envió el
calendario escolar 2024, lo que permite que al regresar en enero/febrero, los
equipos directivos junto a sus docentes puedan organizar todo el año.
Pero, también, se necesitan gestos, símbolos, porque
la “escuela” (y no me refiero al edificio escolar) es una construcción social, comunitaria, en
la que las personas trabajan y asisten para lograr transformarse, avanzar,
crecer en la vida, porque eso es, ni más ni menos, aprender. Y no se puede
enseñar y aprender con calidad si quienes regulan el sistema no miran la
realidad, no la viven, no la aceptan. Los docentes precisamos (y deseamos) ser
vistos y valorados por la sociedad, por las familias y por las autoridades
ministeriales que, anteriormente con algunos discursos, nos han desvalorizados
ante los ojos de todos. Los estudiantes requieren ser reconocidos; y todos en
conjunto, necesitamos dejar atrás la estafa educativa que veníamos sosteniendo;
la escolaridad obligatoria con trayectoria lineal en la que poco importaba si
aprendías o no, lo significativo era decir que en Santa Fe los estudiantes “no
repetían”.
Y
entre esos símbolos y gestos que pedimos, Goity entendió que para valorar hay que reconocer.
A
raíz de esto, esta gestión volvió a ser noticia nacional cuando en la primera
reunión paritaria (que se llevó adelante el jueves 4 de enero, convocatoria
completamente inusual, que se celebra) se
planteó lo que todos en el sistema sabemos, pero que es mala palabra decir
(mucho más ante la mirada sindical) el gran ausentismo docente. Y es que, según los datos que surgen de la
última liquidación salarial, el 25,31
% del total estuvo destinado a pagar reemplazos. Esta cuestión,
además de impactar directamente en lo que podría ser una mejora sustancial del
salario docente, implica la pérdida de continuidad pedagógica de los
estudiantes, y esto lo sabemos todos los actores del sector. Por supuesto
que, ni el Ministro ni quien escribe nos referimos a la pérdida de derechos
laborales o a aquellas licencias que están más que justificadas, pero lo que
también es cierto es que tal como lo establece el artículo 3 de la Ley 26.061
de Protección Integral de los Derechos de niños, niñas y adolescentes, “Interés superior (…) Cuando exista
conflicto entre los derechos e intereses de las niñas, niños y adolescentes
frente a otros derechos e intereses igualmente legítimos, prevalecerán los
primeros”; ningún derecho laboral puede primar por sobre el derecho a
recibir educación y adquirir aprendizajes.
Cualquier
reconocimiento al docente que no hace abuso de las licencias, que trabaja con
dedicación, que se actualiza en su formación, no solo incentiva y estimula,
sino que, también, ordena el sistema y devuelve calidad. A esto aspira el
equipo de Goity.
Solo han
pasado cuatro semanas desde que Pullaro y sus Ministros asumieron; cuatro
semanas de anuncios y hechos importantes, como los que mencioné anteriormente:
revocación de facultades ilegítimas, restablecimiento de la normativa vigente,
calendario escolar a tiempo, paritaria en enero, reconocimiento al docente y,
también, un programa interministerial para establecer relaciones entre la
educación secundaria y el mundo del trabajo; devolviéndole así el sentido
perdido a este nivel de educación.
Cuatro semanas
en las que los docentes santafesinos volvimos a creer y en las que educadores
de otras provincias nos empezaron a mirar con admiración.
Como dije, no
podemos hacer futurología, pero sí podemos, aliados a la búsqueda de mejoras,
acompañar los cambios y ser un faro a nivel nacional.
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