Otra situación de acoso que deja a una menor asustada y lastimada, y a los adultos en el ojo de la tormenta.
Según el testimonio de la mamá de la nena "nadie la escuchó", cuando fue a decirle a la maestra lo que había pasado, ésta le dijo "andá a sentarte".
Chicos que no son escuchados, adultos que nunca vieron nada. Esto se repite en múltiples ocasiones. Adultos en la comodidad sin asumir el compromiso de educar en valores y prevenir situaciones graves.
Hablo de adultos, en general, haciendo clara referencia a educadores, directivos, padres, madres, familia en general. A la sociedad que constantemente enseña con ejemplos violentos como se vive en estos días.
Muchos niños y adolescentes conviven con un doble discurso. En la casa se enseña a respetar y no agredir, pero en la escuela son agredidos y los docentes no intervienen; o viceversa, en la escuela se educa en valores y convivencia, pero en sus hogares habita la violencia. ¿Cómo puede ese niño elegir el modo de actuar? ¿Cómo puede discernir entre lo correcto y lo incorrecto, entre lo bueno y lo malo si tiene ambos presentes?
Docentes que no escuchan a sus estudiantes o minimizan lo sucedido, desestimando el pedido de ayuda del menor. Familias que continuan sin comprender que los valores (o antivalores) se adquieren experimentándoloslos, que hay palabras y burlas que dañan, que hablar peyorativemente de alguien frente a los niños es enseñar a que actúen así; que la indiferencia que ellos reciben en casa la replicarán en otros ámbitos; que muchas veces los ven agredir, insultar o golpear a otras personas.
La puja constante entre escuela y familia, familia y escuela. Y, si por causalidad (no casualidad), las familias y los educadores coincidimos y decidimos avanzar en el mismo sentido, los equipos socioeducativos están colapsados y no hay profesionales en los centros de salud públicos que puedan abordar el tratamiento completo de la víctima o los agresores (que seguramente son víctimas en otros ámbitos).
Insistiré constantemente en este concepto: la responsabilidad es social, es de todos.
Hay una inercia política en este tema, faltan decisiones, estrategias, planificación e implementación de propuestas pertinentes. Pero, también, hay un estancamiento social, nos quejamos por redes sociales, hablamos mal de la escuela en los grupos de whats app y nadie se atreve a cambiar el hábito y contagiar al resto.
Nuevamente, la responsabilidad es de todos. El compromiso también debe serlo.
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